Oh noche verdaderamente mía,
En la que encuentro luz incandescente,
Darle mi cena pues Jesús en vía
Se aloja en mí y su ardor naciente.
Hay versos en el silencioso oscuro
Ya no se hace ruidos, todo es calma
No tractor, puertas, cerrojos duros,
Sólo habla El y duerme en mi alma.
Qué paz, qué amor en cada noche humana
El hombre vuelve al seno de su madre
Y este anochecer su paz emana:
Estamos Dios y yo: hijo y Padre.
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